Neon Cross

Presentación del Álbum

Con aspecto de una desgastada portada pornográfica de cinta VHS de 1982, es difícil hacer una portada más kitsch. Bajo una luz de neón años ochenta, Jaime Wyatt es aquí una vaquera del tercer milenio, aunque... con una imagen opuesta a la de Felony Blues, su EP de 2017, en cuya portada posaba delante de una casa en ruinas con un vestido de algodón beige... Con Neon Cross, publicado ahora en New West Records, ese excelente establo de Nashville especializado en country alternativo, esta nativa del lluvioso estado de Washington firma sobre todo una resurrección, en un trabajo más personal que artístico, y es que a los 34 años es su primer álbum completo. Hace unos años, Jaime fue condenado por robar a su traficante de heroína. Heroína en ese momento, pero también crack, coca, alcohol y todo lo que viene con ello, todo ello cantado en Neon Cross. Sin mencionar su salida del armario después de un divorcio, la muerte de su padre en 2018 y otra, esta por sobredosis, de un amigo cercano. En resumen, es bien sabido que los mejores álbumes country (rock o no) siempre han encontrado su inspiración soñada en basureros personales, ahogamientos temporales, moratones en el alma y, sobre todo, en la autoaceptación. Lo suficiente para hacer de Jaime Wyatt una forajida pura y dura cantando como Lucinda Williams o Chrissie Hynde. Mejor aún, una forajida certificada oficialmente, ya que detrás de la consola se encuentra Shooter Jennings, que realiza una producción eficiente y sin adornos. Este hijo de Waylon Jennings, el difunto forajido supremo, comparte el micrófono con ella en “Hurt So Bad”. La emoción aumenta con la aparición de la reina Jessi Colter, madre de Shooter y viuda de Waylon, que canta en la magnífica Just a Woman. Y como si este tsunami emocional no fuera suficiente, Neal Casal, que se quitó la vida en agosto de 2019, está en la guitarra, la armónica y el Wurlitzer para la que fue una de sus últimas sesiones... Jaime Wyatt cierra su impecable opus muy tipo “¡SOS catarsis, estoy escuchando!” con una sorprendente versión de Demon Tied To A Chair In My Brain de Dax Riggs. Un poco de rock clásico, country rock, honky-tonk, un gusto por la pedal-steel y el violín, sin concesiones: difícil ser más honesto y sincero. © Marc Zisman/Qobuz