Verklärte Nacht - German Orchestral Songs

Presentación del Álbum

Un programa extraordinario, de rara inteligencia y curiosidad. Aunque el corazón del programa sigue siendo la Verklärte Nacht de Arnold Schönberg (1899, aquí en su versión para cuerdas de 1917), no es por la dirección principalmente analítica de Edward Gardner, muy lograda por su transparencia y que tiene en cuenta los desarrollos posteriores del compositor, que proponemos este álbum.
El director británico introduce la obra de Schönberg con la de Oskar Fried, compuesta sobre el mismo poema de Dehmel. Conocido por haber realizado la primera grabación de una sinfonía de Mahler en 1924, y de algunas otras obras indispensables en la historia de la música, Oskar Fried fue también compositor, faceta un poco olvidada. Su Verklärte Nacht (Op. 9) data de 1901, y presenta dos voces y una gran orquesta, cuyo tratamiento puede asombrar: a veces parece más inglés, o del norte de Europa, que perteneciente a un entorno post-wagneriano. La espléndida curva melódica inicial, apoyada por una orquesta transparente, introduce una escena donde las voces compiten entre sí en lirismo (“Zwei Menschen gehn durch kahlen”). Espléndida obra, aunque la orquesta, en sus últimos momentos, puede llegar a resultar un poco pesada, casi haciendo que añoremos la aérea frescura del incipit. Capturados a veces un poco lejos, Christine Rice y Stuart Skelton resultan magníficos en su sensibilidad y heroísmo.
Esta grabación de Chandos ofrece también un magnífico ciclo de cuatro melodías de Erich Wolfgang Korngold (1920-1921), el Abschiedslieder. En la versión orquestal, Korngold parece estar gritando su amor por el Rosenkavalier de Strauss. La tercera pieza, Mond, so gehst du wieder auf, retoma motivos cortos e identificables del final de la ópera (la parte que sigue al trío final), envueltos en una vestimenta que asume aún más su espíritu decadente, pero…  ¡cuánta belleza, inteligencia y finura en este tratamiento orquestal! La voz ligeramente cansada de Stuart Skelton participa innegablemente en la viva emoción que nos produce la presente interpretación (muy superior a la versión de Capriccio), incluso en la difícil Sterbelied. En cuanto al Gefaßter Abschied, el cuarto de estos lieder, despliega una orquestación muy envolvente, que mantiene maravillosamente el carácter onírico del lied anterior.
A pesar de todas las bellezas que salpican este álbum de Chandos, la joya absoluta del disco es Fieber de Léhar, una escena con voz y orquesta de extraordinaria inventiva, tomada en realidad de un ciclo mayor de Léhar, Aus eiserner Zeit. Es la obra más contrastada en la orquesta, con timbres, texturas y motivos constantemente renovados. ¿Qué tiene de grandioso? Edward Gardner no lo atribuye a las influencias wagnerianas de la obra, y el timbre de Skelton desde luego no es el de un “Heldentenor”. Estamos en 1915, hemos pasado realmente a otro mundo, a pesar de la memoria de Berlioz que está en su centro... Un álbum que no se pueden perder bajo ninguna circunstancia. © Pierre-Yves Lascar/Qobuz