Rat Film (Original Soundtrack)

Presentación del Álbum

Dan Deacon, a sus 36 años, está considerado como uno de los compositores más relevantes de su generación. Comenzó su carrera a manera de hombre orquesta especialmente talentoso (ha tocado tuba y teclados en numerosos grupos). Pero en la actualidad es sobre todo conocido por su papel como prolífico geniecillo en el ámbito electrónico, gracias en particular a sus originales actuaciones en directo, donde la participación del público resulta esencial. En cuanto a sus discos en estudio, ha grabado ocho hasta el momento. Citemos Spiderman And The Rings, editado por el sello Wildfire Wildfire en 2007, o America, publicado por Domino en 2012. Antes de Rat Film se había acercado a la composición cinematográfica con sendas bandas sonoras para dos films de carácter experimental y otra para un audaz thriller de Francis Ford Coppola, Twixt, de 2011. El ensayo-documental de Theopolis Anthony explora con originalidad la compleja sociedad de Baltimore centrando su atención en las ratas que pululan por la ciudad. Al igual que el realizador, Deacon reside también en Baltimore. En todo caso, tan novedosa temática encaja a la perfección con el carácter musical de Deacon, que se entrega con entusiasmo a la más delirante y gozosa experimentación. Su audacia llega al máximo en aquellas piezas que cuentan con la participación… ¡de las propias ratas! Es lo que ocurre en el tema inicial (Redlining), en el que los roedores «tocan» el theremin, primitivo instrumento electrónico que conoció sus mejores días en el cine norteamericano de muchas décadas atrás gracias, mayormente, a algunas bandas sonoras de Miklós Rózsa para films de Alfred Hitchcock. En el caso que nos ocupa, se sustituye el universo aviar del maestro del suspense por el de las ratas, cuyos movimientos hacen sonar los theremines y generan una suite de sonidos y ritmos, reelaborados después por Deacon para convertirlos en samples MIDI. Lo dicho es un mero ejemplo de una BSO, la de Rat Film, repleta de piezas de ejecución y resultados sorprendentes. Vale la pena citar temas como el inquietante Video Game o Harold’s Lament, donde Deacon juega con los estridantes timbres extraídos de un violonchelo, pero también ¡con los crujidos de la silla Ikea sobre la que se sienta el instrumentista! Pero a la vez Deacon utiliza sonoridades más familiares en cortes como Pelican, donde la guitarra eléctrica de Steve Strohmeier se entrega a una tranquila serie de improvisaciones partiendo de unos compases de blues. Y es que, pese a su gusto por el ruidismo más extremo, el compositor también se limita en muchos momentos a aportar mera ilustración musical a una escena, como es práctica habitual. Es lo que sucede en Harold, donde Deacon acompaña una partida de ping-pong con sonidos sintetizados que evocan el toque de la pelota contra la raqueta. Única en su género, esta banda sonora experimental y atmosférica es el resultado de largas sesiones de trabajo en estudio, donde la improvisación de los músicos se combina con el genio de Deacon para confeccionar un score cuya frescura y valentía rompen radicalmente con la estética tantas veces estandarizada de la música cinematográfica actual. © NM/Qobuz