Franck, Chausson

Presentación del Álbum

En una época en la que el público parisino buscaba ante todo los deliciosos estremecimientos producidos por la gran ópera, mientras el género del cuarteto de cuerda parecía una cosa confinada en el otro lado del Rin (la Guerra de 1870 no mejoró mucho los lazos, incluido los musicales, entre ambas naciones), el Cuarteto de César Franck –1890– hacía las veces de electrón libre. «Quise escribir una frase expresiva, muy larga, en un solo impulso, sin repetición, sin vueltas sobre sí misma», escribía el compositor a un amigo suyo. Este tesoro de la música romántica necesita por tanto varias escuchas para poder captar todos los detalles de esa línea «huidiza», que se reflejará en el recuerdo velado de los primeros compases –la esencia misma del principio cíclico, tan valorado por Franck. Con su cuarteto, abre la puerta a las formas debussistas (¡vaya! él también escribió un único cuarteto, ídem en el caso de Ravel) y al modernismo a la francesa –a pesar de ocasionales acentos brahmsianos, curiosamente. En la segunda obra del álbum, el excelente Quatuor Zaïde (creado en 2009) se junta con el pianista Jonas Vitaud y la mezzo Karine Deshayes para la Chanson perpétuelle de Chausson, una obra maestra de 1899 –música sombría, amplia, desesperada... y cuán sorprendente, ya que en esta época el compositor no tenía ningún motivo de queja. Sus propias palabras lo confirman: «Escribo una melodía ¡lúgubre! [...] Se trata de un amor violento y desesperado. No es en absoluto mi estado de ánimo. Entonces ¿dónde la sinceridad? ¿es una broma? O me engaño a mí mismo... Para nada. Ya sé lo que es. Expreso el dolor que hubiese sentido en el caso de encontrarme en esta situación y el dolor que siento es inversamente proporcional a mi felicidad actual». © SM/Qobuz