El 29 de julio de 1978, cuando Prince Rogers Nelson ingresó por primera vez en las listas de R&B (con el sencillo Soft & Wet), tenía solo 20 años. Y pocos imaginaron entonces que este nativo de Minneapolis de apenas 1,60 de estatura recogiera y, sobre todo, fuera a convertirse en el portador de la llama del funk a lo largo de los años 80. Un cierto funk. El suyo. Como cualquier genio que se precie, el pequeño Prince, que nació el 7 de junio de 1958, fue precoz, tocando el piano a los 7 años y la guitarra a los 13. La música fue para él un refugio frente a una agitada vida familiar llena de acontecimientos. Formó su primer grupo Grand Central (un tributo indiscutible a la Graham Central Station de Larry Graham) que rápidamente se convertiría en Champagne. Por aquellos días el grupo Flyte Tyme era también uno de los focos de atención de la escena local. Todo lo que Minneapolis tenía que ofrecer pasaba a través de estas formaciones con geometría variable: Morris Day, Terry Lewis, Andre Cymone, etc. En ese momento, Prince también frecuentaba a cierto Linster Willie, más conocido bajo el seudónimo de Pepe Willie, a quien respaldaba con la guitarra en su banda, 94 East. Aunque contactados por Polydor, que les financia algunos singles, 94 East nunca podrá darse el lujo de despegar. Mientras tanto, Prince aprovecha su tiempo una y otra vez para ir acumulando todos los secretos que puede sobre producción y grabación. Así va grabando sus propios temas funky que enseguida llegan a los oídos de Owen Husney, un agente musical de Minneapolis que, seguro de poseer un arma nuclear, convence a Warner Bros de que firme un contrato con Prince en marzo de 1977. El músico no tiene aún ni 19 años y este contrato le deja un margen de acción artística muy limitado. Pero su singularidad y su obvio talento dejan a todos con la boca abierta. ¡Prince incluso persuade a Warner de que puede producir su primer álbum solo!
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