Ya sea con sus films en imagen real o de animación, recurriendo a la técnica de stop-motion, Tim Burton ha ido construyendo a lo largo de más de tres décadas un universo cinematográfico donde lo maravilloso y la poesía se amalgaman con lo gótico y el humor negro. Y, mayormente, ha sido el compositor Danny Elfman el encargado de acompañarle en esta aventura. Sin las imágenes de Burton, la música de Elfman no habría sido la misma, y lo mismo podría decirse al contrario. Como se sigue comprobando este 2019 gracias a la conmovedora Dumbo.

Danny Elfman – La gran aventura de Pee Wee (1985)

Pee Wee es un jubiloso adulto con mentalidad de niño (Paul Reubens), enfrentado a un mundo tan triste como rígido. Pero este debut en el largometraje por parte de Tim Burton supone al mismo tiempo la primera colaboración del cineasta con quien será su compositor habitual. Y es que, del mismo modo que antaño Sergio Leone/Ennio Morricone, Michel Legrand/Jacques Demy o Federico Fellini/Nino Rota, el dúo Danny Elfman/Tim Burton pasará igualmente a la historia. Precisamente, Nino Rota puede considerarse uno de los padrinos espirituales de esta banda sonora, como demuestran tanto el delirante tema principal (Overture/The big race) como la bufonesca y frenética melodía de Breakfast machine, que ilustra la escena más memorable del film, esa donde Pee Wee se prepara el desayuno con la ayuda de los más impensables ingenios. Esta secuencia demuestra que el mundo de Burton se apoya a menudo en la música para llevar a otro nivel el disparate y la poesía. Pero además de hacer más de un guiño a Rota, el score homenajea a otros grandes compositores de bandas sonoras, como se percibe en esa lograda parodia de Psicosis que es Stolen Bike o en las citas a las películas de monstruos de Dinosaur Dream. Mezclando sonidos sintetizados de acentos infantiles, ruidos incongruentes y timbres clásicos, Danny Elfman creó un perfecto reflejo musical de las imágenes concebidas por el antiguo empleado de Disney. En los films siguientes, pese a servirse generalmente de orquestas sinfónicas de perfiles hollywoodienses, Elfman mantendrá esa inimitable paleta sonora, potenciando la fuerza de las imágenes de su director predilecto.

 

Prince – Batman (1989)

La banda sonora de Batman encierra una subtrama humana bastante curiosa, porque solo en Hollywood pueden pasar estas cosas. Tras Beetlejuice (1988) Tim Burton decide adaptar el cómic de Batman, con Michael Keaton interpretando al superhéroe y Jack Nicholson a su antagonista, el Joker. Estaba previsto que Elfman compusiera el score, pero los mandamases del estudio optaron por sustituirlo a última hora por Prince, puesto que la Warner era a la vez productora del film y de los álbumes de la estrella del pop: todo un chollo para la major, a la que le salía muy a cuenta esta inesperada sinergia publicitaria. Tim Burton, con todo, siguió apostando por su compositor, así que lo mejor, se pensó, era la colaboración entre ambos músicos. Pero Elfman rechazó finalmente la propuesta y arrojó la toalla. No obstante, Jon Peters, el productor, seguramente tras un ataque de mala conciencia, tomó una decisión inédita: editar dos bandas sonoras distintas. La versión de Prince sería un bombazo (11 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo). El tema de Batman compuesto por Elfman, por su parte, se convertiría en una de las melodías más emblemáticas de la historia de la música cinematográfica, consiguiendo incluso un Grammy en 1990. Batman, el álbum en estudio número once de Prince, incluye además un recordado dúo con Sheena Easton (The arms of Orion) y un hit tan funky como caótico, Batdance; las letras asocian cada canción a un personaje, y tres de ellas están dedicadas al Joker, con quien Prince se sentía identificado.

 

Danny Elfman - Batman returns (1992)

A comienzos de la década de 1990 Danny Elfman se servía de un método de lo más personal a la hora de componer los primeros esbozos de sus bandas sonoras, que dice mucho del nivel de chifladura de nuestro dúo: el músico veía proyectadas las imágenes de su amigo Burton con un magnetofón al lado, a fin de traducir las emociones suscitadas en ese momento a onomatopeyas, como si se tratara de un particular cuaderno de notas. Lo cual explica, sin duda, el barroquismo –por no decir anarquismo– estilístico de Elfman, especialmente en esta banda sonora de tanta riqueza musical. Entre estas marchas fúnebres, coros enfáticos, melodías circenses, cajas de música y, por supuesto, emocionantes temas de acción, el oyente va de sorpresa en sorpresa. El tema de Catwoman, por ejemplo, supone uno de los mejores logros del score, ya que Elfman elabora la identidad sonora del personaje interpretado por Michelle Pfeiffer a partir de elementos disonantes (generados por unas chirriantes y agudas cuerdas), para decantarse poco a poco por un romanticismo extremo al modo de Bernard Herrmann (Selina transforms, Cat suite). A destacar también que la BSO contiene un tema interpretado por Siouxsie and the Banshees (Face to face), escrito y compuesto en colaboración con Elfman. Y es que conviene recordar que el compositor había sido miembro, en los 70 y los 80, de una banda de rock/new wave llamada Oingo Boingo.

 

Danny Elfman – Eduardo Manostijeras (1990)

Un look espeluznante, pero con la mirada de una muñeca de porcelana: con solo una imagen y gracias a la labor del actor Johnny Depp, Tim Burton consigue fascinar al espectador y resumir la esencia de su cine, que amalgama a la perfección espanto y lirismo. «El proceso de creación de Eduardo Manostijeras fue de lo más satisfactorio, porque nos dejaron trabajar a nuestras anchas», ha explicado Danny Elfman. «No teníamos a nadie detrás controlándonos, a nadie aparentemente interesado en la banda sonora que estábamos creando. Solo éramos dos tipos raros trabajando en un rincón.» Desde los primeros compases del score se reconoce el universo característico de Danny Elfman, con sus coros infantiles y sus carillones. Estos particulares timbres, así como una escritura densamente onírica y enigmática inspirada en Chaikovski, casan muy bien con las imágenes de Burton. Basta con escuchar la –literalmente– mágica Ice Dance para convencerse de la inaudita fuerza emocional que proporciona la música de Elfman al universo del realizador. Lo que en las películas de Burton podría parecer sombrío y gótico se demuestra, finalmente, de lo más liberador y acogedor. El personaje de Eduardo es el mejor ejemplo de ello, al igual que las encantadoras piezas de Elfman.

 

Danny Elfman – Pesadilla después de navidad (1993)

Concebido y escrito por Tim Burton a partir de uno de sus poemas, y dirigido por Henry Selick (James y el melocotón gigante), este film realizado con la técnica de stop-motion supone una forma altamente original de abordar un género tan difícil como la comedia musical. Lejos tanto de Broadway como de Disney (aunque producido por la major), estamos ante una pequeña joya del humor sofisticado, capaz de superar cualquier frontera estilística pese a sus marcadas influencias, desde los cuentos de Edgar Allan Poe hasta el expresionismo alemán. Jack Skellington, «el Rey Calabaza», pretende contagiar el espíritu navideño a sus conciudadanos de Halloween: tal es el planteamiento de este film cuyas canciones pasan de lo macabro, gozoso y disparatado (This is Halloween) a lo conmovedor (Poor Jack, Sally’s song), pasando por el jazz en Oogie boogie’s song, interpretada por un Ken Page en la cima de su carrera. La música de Danny Elfman se inspira aquí en la de Kurt Weil, y las letras destacan por sus dobles sentidos y deliciosos juegos de palabras. Pesadilla antes de navidad (The Nightmare before Christmas en versión original) se pensó más como ópera que como musical al uso, puesto que Burton y Elfman escribieron simultáneamente la partitura, las letras y el guion. El papel de Elfman resulta por tanto primordial en el film, y aún más por cuanto prestó su voz al personaje de Jack. Un gran trabajo por parte del compositor, que probablemente firmó con esta su obra maestra indiscutible.

 

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