A pesar de una carrera relámpago, Jimi Hendrix dejó un patrimonio de grabaciones casi infinito. Prueba de ello, la publicación de Both Sides Of The Sky, una nueva compilación inédita de cinco estrellas. Pero, ¿qué esconde este cofre del tesoro?

Esperábamos un ritmo de apariciones constante, los problemas legales entre los herederos del músico desaparecido el 18 de septiembre de 1970 habían quedado saldados. Pero Janie Hendrix, Eddie Kramer y John McDermott eligieron desenterrar su patrimonio a cuenta gotas bajo el lema Experience Hendrix L.L.C. (Legacy Recordings). Los insaciables podrían lamentar su intrascendencia después de trece álbumes, pero el muy esperado Both Sides Of The Sky cumple sus promesas: versiones inéditas para todos los públicos, y con una grabación de la mayor calidad.

Si Electric Ladyland, el tercer álbum de estudio de su Experience era doble, caso excepcional en octubre de 1968, fue principalmente debido a que Jimi Hendrix temía que sus nuevas composiciones se pasaran de moda y se dejaran de lado. ¿Qué diría hoy al ver que sus grabaciones de aquella época aparecen como novedades cuarenta años más tarde? Both Sides Of The Sky se enmarca en la línea de People, Hell and Angels (2013), y por consiguiente en la serie de compilaciones póstumas que comienzan en marzo de 1971 con Cry Of Love. En el repertorio se reúnen así una docena de títulos inéditos o raros, extraídos de sesiones repartidas a lo largo de tres años (de 1968 a 1970). Recordemos que los guardianes del templo Hendrix tienen a su disposición más de 900 horas de cintas grabadas. Como explicó su manager Chas Chandler, durante los tres años que ayudó a Hendrix, el Zurdo no se detenía jamás. Como si se lanzara a la preparación de un álbum que jamás sería capaz de terminar: «No había principio ni fin, estaba grabando todo el tiempo, en cualquier parte en la que fuera posible…» E incluso cuando los imperativos de su compañía discográfica le obligaba a comercializar álbumes o singles, este perfeccionista, engañosamente despreocupado, se sentía obligado a menudo a volver sobre piezas cuyas versiones «definitivas» no lo terminaban de satisfacer.

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