El rojo y el negro dejaron paso al naranja y negro. Para todos los aficionados al jazz, la combinación de los dos colores es sinónimo de una palabra seguida de un signo de exclamación: Impulse! Un sello, una marca, una identidad, una estética, una época y unos músicos. Especialmente UN músico, John Coltrane, que grabará bajo este estandarte, desde 1961 hasta su muerte en julio de 1967, sus álbumes más destacados. Una personificación tal que el sello se convertirá en «the house that Trane built» (la marca que construyó Trane). Los ocho años más prolíficos de la carrera del saxofonista. Aquellos durante los cuales el género musical vivirá una revolución formal que lo llevará al free jazz más furioso. Impulse! será indisociable de este paréntesis libertario con Coltrane, pero también con otras figuras del movimiento como Archie Shepp, Pharoah Sanders, Marion Brown, Albert Ayler, Charlie Haden, Steve Kuhn o incluso Mal Waldron. Impulse! ofrece en ese momento varias de las B.S.O. de esta América de los sixties en plena tormenta. Tanto la del movimiento por los derechos civiles como la del conflicto vietnamita. Pero si Impulse! se percibe entonces como «the new wave in jazz», sus cuadras no están constituidas exclusivamente por jóvenes jinetes alocados y deseosos de atentar contra los códigos y convenciones. En un esfuerzo por prolongar una cierta tradición y homenajear a quienes la forjaron hace décadas, el sello también grabará a los gigantes en aquel entonces quincuagenarios o sexagenarios como Earl Hines, Coleman Hawkins, Count Basie y Duke Ellington. Esta aventura Impulse! durará hasta mediados de los 70 para volver a reactivarse en los 90 con artistas y álbumes de universos bastante más eclécticos. Otros tiempos, otros sonidos, otras estéticas…
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