Hace cincuenta años The Kinks publicaban “The Village Green Preservation Society”, un álbum intemporal y al margen de modas. Una verdadera obra maestra del pop que capturaba el espíritu de la Inglaterra eterna. Hubo quien lo consideró un disco un tanto conservador, pero actualmente valorado como uno de los más influyentes de su época. Y es que la música británica de los sesenta tenía motivos para sacar pecho, al margen de los Lennon/McCartney y Jagger/Richards…

A la eterna y cansina pregunta “¿eres más de los Beatles o de los Stones?”, un clan de irreductibles suele responder siempre: “¡de los Kinks!” Aunque la banda de Ray y Dave Davies no alcanzó nunca el éxito de sus rivales, ni siquiera el de los Who, sigue siendo uno de los grupos de rock más importantes e influyentes de los años 60. Al igual que Lennon/McCartney y Jagger/Richards, los hermanos Davies supieron evolucionar y desplegar la más extensa paleta estilística. Los Kinks tocaron múltiples palos, y siempre con acierto. Desde un rock empapado de rhythm’n’blues y blues al garage rock, pasando por el rock para grandes estadios, el rock sofisticado de timbres casi isabelinos, el country, el pop clásico, el folk, el cabaret, etc.. Pero su mayor singularidad reside en haber sido la más british de todas las formaciones de su época. Por estilo, escritura y referencias, es EL grupo inglés por excelencia. Y todo ello, configurando un universo que influiría enormemente en las siguientes generaciones. Porque sin los Kinks no hubiéramos tenido a The Jam, a XTC, a Madness, a los Smiths, a Blur, a Pulp, a Oasis, a Divine Comedy o a tantos otros…

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