Hace exactamente medio siglo, el saxofonista norteamericano desaparecía con tan solo 40 años, dejando como testimonio numerosas grabaciones que transformaron la historia de su instrumento, la del jazz y también la de la música del siglo XX.

En realidad, el propio John Coltrane describió con exactitud la situación. «Nunca me he preguntado si la gente entendía lo que hago. La reacción emocional es lo único que me importa. En el momento en que se establece esta comunicación instintiva, comprender ya no es necesario.» Esa reacción emocional y esa comunicación instintiva no han dejado de impresionar a los oyentes del saxofonista fallecido hace 50 años, el 17 de julio de 1967. Desde el más avezado experto en jazz al recientemente iniciado, todos se han adentrado alguna vez en los surcos de A Love Supreme, su disco más conocido, experimentando de inmediato diversas sensaciones. Por eso, Coltrane no fue otro coloso más del jazz como el resto... Be bop, hard bop, jazz modal, free, el músico recorrió todas las esferas de su arte sin necesidad de declaraciones altisonantes como las de algunos de sus contemporáneos –con Miles al frente–, sino demostrando ser un artista impulsado por un espíritu místico y por su misión musical. «Coltrane no dejaba de practicar constantemente», como le gustaba explicar a su colega Archie Shepp. «Incluso las noches en que actuaba seguía, durante los descansos, ensayando y tocando. No paraba nunca. Y una vez en su casa continuaba tocando. A veces, tocaba hasta que se dormía. Un amigo le encontró cierta mañana con el saxo sobre el abdomen, se había quedado dormido tocando...»

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