Desde su aparición a finales de los 50, la bossa nova se convertiría en ingrediente fundamental de la exuberante paleta sonora brasileña. Esta música de alto poder evocador ha conquistado a artistas de todo el mundo y dado a conocer a una serie de intérpretes de primera fila, cuyas composiciones han alcanzado ya estatuto de clásicos contemporáneos.

 El mar, el sol, la ebriedad, la sensualidad, la saudade; el mito de la bossa nova comienza con una anécdota. Cierto atardecer a principios de los 60, dos amigos quedan en el Café Véloso, en el barrio de Ipanema de Río, para refrescarse con unas cervezas a la sombra y pasar el rato tocando la guitarra. El mayor, Vinicius de Moraes, es diplomático, pero, por encima de todo, poeta y guitarrista. El segundo, Antônio Carlos Jobim, al que sus amigos llaman Tom, es compositor, apasionado por las obras de Ravel, Debussy y Chopin, y exquisito conocedor de la música brasileña. De repente, una guapa muchacha de bellos ojos verdes, que vuelve de la playa, pasa por delante de ellos. Su silueta estilizada y sus andares ondulantes despiertan la musa poética de uno y el aliento melódico del otro. A Garota de Ipanema, The Girl From Ipanema alcanza celebridad planetaria y se convierte, según dicen, en la canción más veces interpretada, tan solo por detrás del Yesterday de los Beatles.

Esos dos hombres, el diplomático y el antiguo estudiante de arquitectura, que compusieron la canción aquella tarde de 1962, no eran dos recién llegados al mundo de la música. En 1956 Vinicius de Moraes le propone a Tom Jobim musicar su comedia Orfeu da Conceição. Adaptada al cine por Marcel Camus, Orfeu Negro obtiene reconocimiento internacional y gana la Palma de Oro en Cannes, en 1959, y un Oscar. Para interpretar sus canciones, el autor y compositor han invitado a colaborar a João Gilberto, joven cantante y guitarrista nacido en Salvador de Bahía que imprime a su estilo inspirado en la samba el ritmo desarticulado y el fraseo susurrado característicos de esta musical nueva ola (eso es lo que significa «bossa nova»).

La primera pieza del trío aparece en 1958, incluida en el álbum Canção do Amor Demais de la popular cantante Elizete Cardoso. Pero es con el 78 rpm Chega de Saudade/Bim Bom, grabado por João Gilberto al año siguiente, cuando se produce el estallido de ese nuevo fenómeno musical, la bossa. Sin pausa ni descanso, nuestros jóvenes cariocas procedentes de buenas familias se pasan las horas en la playa, tocando la guitarra para entretener a amistades y ligues y poniendo patas arriba el mundo con unos pocos acordes. Brasil atraviesa uno de sus mejores momentos: el presidente Juscelino Kubitschek de Oliveira insufla aires de modernidad al país y la bossa nova se convierte en su banda sonora.

La bossa, de tonalidades intimistas, hace obsoleta la grandilocuencia algo vacua de la samba-canção, por entonces predominante en el ámbito de la música brasileña. Y ello a pesar de que ese estilo haya ido gradualmente reduciendo el ritmo y de que algunos de sus músicos más representativos, como Dorival Caymmi o Johnny Alf, se consideren precursores del nuevo género. Luiz Bonfa y Roberto Menescal, que también han participado en la banda sonora de Orfeu Negro, se pasan a las filas de la bossa nova, al igual que Nara Leão, musa del barrio de Copacabana, y su rival de Porto Alegre Elis Regina (cantante excepcional y atormentada, por cierto, que grabará en 1974 un disco inolvidable con Jobim, Elis et Tom, para tener en 1982 un final digno de una rock star, falleciendo por exceso de alcohol y drogas).

Y eso sin olvidar que todavía se encuentra en activo el genial guitarrista Baden Powell, que en 1966 se asocia a Vinicius de Moraes para componer unas memorables Afro sambas que reimplantarán las semillas africanas en el seno de la música brasileña. Pero para los creadores de la bossa nova lo mejor está aún por llegar...

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