Desde hace casi 60 años el sello fundado por Berry Gordy es referencia ineludible en materia de pop soul. Una fábrica de éxitos donde los obreros llevaban por nombres Diana Ross, Marvin Gaye, Smokey Robinson, Stevie Wonder, Michael Jackson, Rick James, Temptations...

Antes de ser un nombre, Motown fue una idea. Un concepto. Casi una forma de vida... El célebre sello de Detroit es también expresión de una ciudad, Detroit. Una desmesurada concentración industrial cuyas fábricas escupían automóviles día y noche. Michigan pasó a considerarse una especie de El Dorado por parte de la comunidad negra, que abandonó los campos de algodón del sur para dejarse la piel en las cadenas de montaje de la capital norteña de la producción automovilística. Allí, en la ciudad del motor (motor town), un hombre creyó en la posibilidad de una comunión virtual entre los suyos (los negros) y los otros (los blancos). Tal es la idea que alimenta el sello que creó en enero de 1959: vender al público blanco música hecha por negros. Y es que la segregación no se limitaba por entonces a los espacios públicos y a los diferentes engranajes de la sociedad norteamericana. Afectaba, igualmente, a la producción musical. Así, Berry Gordy apuesta por el encuentro de ambos mundos y se dedicará a la fabricación (en sentido literal) de una impresionante cantidad de canciones soul y rhythm’n’blues con influencias pop. Canciones con espíritu negro y apariencia blanca. Para ello, su factoría musical rebosa de compositores que trabajan encerrados en sus oficinas prácticamente de sol a sol con el único fin de lanzar un hit tras otro, y otro, y otro, y de intérpretes seleccionados con lupa, artistas vocales capaces de insuflar vida a esos temas. Nada se deja al azar. Coreografías milimetradas, una imagen estudiada de pies a cabeza, textos siempre ligeros y centrados exclusivamente en las típicas inquietudes juveniles (la quiero pero ella no me quiere; ¿por qué me has abandonado?; cuando volverás; tú eres mi razón de vivir, etc.), elaboradas producciones e instrumentaciones rítmicamente inapelables, todo está pensado para alumbrar... ¡el sonido Motown! Ese sonido tan simbólico construido alrededor del beat, acompañado por las características handclaps o, placer inconfesable de Gordy, por una simple pandereta.

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