Ya era hora de que una orquesta parisina empezara a grabar algo más que Debussy y Ravel, en el repertorio francés que debería defender prioritariamente. A la espera, quizás, de las sinfonías de Magnard, Ropartz o Honegger, aquí están todas las de Camille Saint-Saëns, dirigidas por Cristian Măcelaru, al frente de la Orquesta Nacional de Francia, de la que es titular desde el 1 de septiembre de 2020, publicadas por Warner Classics.
Saint-Saëns : Symphonie n°2 en la mineur op. 55
France Musique concertsAntes incluso de hablar de las obras, subrayemos la extraordinaria sutileza de la dirección de Măcelaru, su sentido de los matices, la flexibilidad de las articulaciones, la precisión de los tempos. Bajo esta batuta, la Nacional parece haber encontrado un nuevo aliento y una nueva precisión. En cuanto a las cinco sinfonías de Saint-Saëns, son, a excepción de la famosa Sinfonía con órgano (1886), obras tempranas y no se puede culpar al joven compositor de plagiar descaradamente a sus mayores. Tenía quince años cuando compuso su Sinfonía en la mayor (sin número), que debe todo a las Sinfonías de Londres de Haydn y a la Sinfonía “Júpiter” de Mozart, al igual que un joven Schubert había hecho antes. Tres años más tarde, Saint-Saëns compuso su Sinfonía nº 1, marcada por la Eroica de Beethoven (cuya tonalidad está también en mi bemol mayor), que habría tenido derecho a protestar contra esta copia ilícita. A los diecinueve años, el animoso joven escribió la Sinfonía “Urbs Roma” (sin número), que rinde un homenaje a la antigua Roma con todo el garbo que puede uno reunir a esa edad. La Sinfonía nº 2 que le sigue cinco años después es menos apasionada, más sobria y mucho más personal. En cuanto a la célebre Sinfonía nº 3 en do menor, consagra a un compositor que ha alcanzado la cima de su talento. Saludemos la hermosa versión ofrecida aquí por Olivier Latry en el órgano del Nouvel Auditorium de Radio Francia, la Orquesta Nacional y Cristian Măcelaru, cuya dirección vigorosa y aguda se ha ganado al público.
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