El fenómeno Wet Leg

Era sin duda uno de los discos más esperados de 2022. Gracias al sencillo Chaise Longue, con su bajo ultra eficaz y su estribillo agradablemente simplista, el dúo de indie pop Wet Leg ya estaba en boca de todos en la industria musical. Incluso Dave Grohl admitió que lo tocaba una y otra vez por la noche en una entrevista para The Observer...  

  Le siguieron Wet Dream, Too Late Now y Oh No, hasta los recientes Ur Mum y Angelica, antes de que la primavera diera paso al esperado primer álbum. Una historia moderna de éxito un poco loca, cuando se descubre que Rhian Teasdale (voz, guitarra rítmica) y Hester Chambers (guitarra solista, coros), dos antiguas estudiantes de música de la Isla de Wight que decidieron tocar juntas para motivarse porque sus respectivos intentos en solitario fueron demasiado decepcionantes, firmaron directamente con el emblemático sello Domino, tras sólo unas pocas visitas en su Soundcloud y ¡cero temas publicados! La prueba definitiva de que nada iba en serio antes de esto: el absurdo nombre de Wet Leg (“pierna mojada”), que adoptaron por ser "tan estúpido".  

  Encomendado a los grandes Dan Carey (Goat Girl, Fontaines D.C., Squid) y Alan Moulder, una autoridad en el shoegaze aunque no solamente (Interpol, Arctic Monkeys, Foo Fighters...), este álbum homónimo reúne los ingredientes de una perfecta banda bien referenciada, sin que ellas lo supieran necesariamente. Está Elastica para la vertiente pop de los noventa, que las dos jóvenes inglesas de veintitantos años reconocen no conocer, y el post-punk de ayer de Pavement y de los actuales Dry Cleaning o Yard Act, de los que dicen tomar prestada esta forma de hablar típicamente británica. Más que una simple referencia, incluso encontramos de trasfondo, en el estribillo de I Don't Wanna Go Out, el riff de The Man Who Sold The World de Bowie.  

  Si Piece of Shit da un paso al lado convirtiéndose en una melancolía shoegaziana, el humor sigue siendo el hilo conductor de estas doce canciones de pop soleado con melodías bailables y tubulares, esculpidas en la batería recta de Henry Holmes, el bajo funky de Ellis Durand y los sintetizadores de Joshua Omead Mobaraki. Las isleñas, siempre despreocupadas e impermeables a esta fama inesperada, se imaginan así ellas mismas: "Somos como dos pequeñas focas surfeando la ola". ¡Y qué ola!

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