Para su undécimo álbum de estudio, Dan Auerbach y Pat Carney invitan a Billy Gibbons de ZZ Top a unirse a ellos...

En su mejor momento, como diría el horóscopo, Dan Auerbach y Patrick Carney vuelven al placer virgen de sus inicios, el de emularse en el estudio, a base de ganas, sin cálculos, pero con la apretada agenda de los padres de familia. Hace veinte años, los ex adolescentes, vecinos de apenas una pequeña manzana en un barrio de Akron, Ohio, grabaron The Big Come Up (2002), una pepita de oro 100% blues, cuya mitad versiona a sus leyendas Junior Kimbrough, Muddy Waters y R.L. Burnside, y el resto ofrece composiciones muy prometedoras. Cinco discos más tarde, el blues más soul y claramente más rockero de Brothers (2010) y el punzante El Camino (2013), producido por Danger Mouse, les dieron fama mundial. Pero con Delta Kream (2021), grabado en diez horas en los estudios Easy Eye Sound de Dan con Kenny Brown a la guitarra y Eric Deaton al bajo, el dúo ha vuelto a poner cada cosa en su sitio yendo directamente a la fuente, donde sus primeros amores les dijeron cómo hacerse de oro: al hill country blues, ese blues eléctrico con una profundidad hipnótica de las colinas del norte de Mississippi.  

The Black Keys - Wild Child (Official Music Video)

The Black Keys

  Galvanizados por este trance creativo totalmente inesperado -Brown y Deaton habían venido a grabar lo último de Robert Finley-, Dan y Pat planearon unas semanas en el estudio de Nashville, sin más hoja de ruta que abrirse a las colaboraciones. En Dropout Boogie, el soul vintage regresa con el funky Wild Child, impulsado por el Wurlitzer, los sintetizadores y un ligero wah-wah, coescrito con el cantante Greg Cartwright (Reigning Sound) y el productor Angelo Petraglia (Kings Of Leon). De una jam con Billy Gibbons de la que salieron 17 versiones no utilizadas, se quedó Good Love, una versión condensada del rock sureño para el que el exlíder de ZZ Top conoce la fórmula, con su riff característico. Por lo demás, los Black Keys varían los matices que tan bien dominan, alternando himnos glam (Your Team Is Looking Good), bucles de blues groovy (For The Love Of Money), utilizando siempre el fuzz (Baby, I'm Coming Home), e incluso desplegando el más suave terciopelo soul en How Long, donde Dan Auerbach casi maúlla. Si el sonido parece tan crudo e inmediato, como los inicios casi titubeantes de Happyness o Didn't I Love You, es porque el dúo del Medio Oeste conservó voluntariamente las primeras tomas de algunos temas. Por eso no es de extrañar que los Black Keys hayan optado por bautizar estos experimentos casi crudos con el nombre de Captain Beefheart, ese gran investigador del blues, tomando el nombre de una canción del revolucionario Safe As Milk (1967), el primer disco con su Magic Band y Ry Cooder a la guitarra slide.

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