Starcrawler, prohibido para menores de 18 años

Hubo un tiempo, en el siglo pasado, en que la gente del rock&roll olía a azufre y consumía maquillaje a toneladas: restos de purpurina brillando en la frente, sangre seca en la comisura de los labios, piernas flacuchas como spaghettis embutidas en ajustados pantalones de plástico y las guitarras más aullantes y lujuriosas que el mundo haya conocido. Desde las Runaways de Joan Jett a los Cramps de Lux e Ivy, pasando por los Stooges, Kiss y Alice Cooper, el gran circo glam&punk vuelve a escena gracias a Starcrawler.

Este combo de L.A., liderado por una jovenzuela que responde al nombre de Arrow de Wilde, ha estudiado a fondo las instrucciones de empleo de la maquinaria rock de los 70 y se sirve sin complejos de tan irresistibles clichés. Fan entusiasta de Ozzy, esta californiana de 18 años escupe violenta y desmelenadamente los estribillos de sus canciones para que se nos claven más adentro. Uno acaba contuso y dolorido tras escuchar los 28 minutos de este primer álbum que, aun sin resultar asombrosamente innovador, supone un baño de insultante y eléctrica juventud.

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