«El sonido más bello después del silencio». Es la coletilla aparejada al sello ECM desde hace cincuenta años. Pero Manfred Eicher, el carismático fundador de la discográfica muniquesa, no vive «al margen del tiempo» sino, en realidad, en «un tiempo paralelo» al de la sociedad, lo que convierte a ECM en un universo tan insólito como bello donde el jazz adopta otras formas. Y es que en ECM, precisamente, Keith Jarrett, Charles Lloyd, Jan Garbarek, Chick Corea y tantos otros han grabado algunos de sus discos más intensos. Más aún que en los casos de Blue Note o Impulse!, limitarse a 10 álbumes para narrar la historia de esta escudería sin parangón se hace misión imposible. Por eso, estos diez discos seleccionados explicarán tan solo «una» de las historias posibles de ECM.

Mal Waldron Trio – Free at Last (1970)

Con este disco grabado en formación de trío en el Tonstudio Bauer de Ludwigsburg, el 24 de noviembre de 1969, por el pianista Mal Waldron, el productor Manfred Eicher inicia la andadura de ECM. Un primer álbum del cual el sello muniqués edita inicialmente 500 ejemplares, pero del que se venderán más de 14.000 unidades en solo una década. «Este álbum supuso el comienzo del proyecto que tenía en mente», explicará en 2008 Eicher a Qobuz. «Y lo cierto es que, con el producto en mano, y tras observar la portada, supe que era eso lo que quería hacer…» En 1969 Mal Waldron era un cuarentón con una decena de álbumes en su haber y un amplísimo CV en el que aparecían los nombres de Charles Mingus, Billie Holiday, John Coltrane, Eric Dolphy, Jackie McLean, Kenny Burrell, Abbey Lincoln y Max Roach. Unos cuatro años atrás el pianista neoyorquino, al igual que otros colegas, había dejado su tierra natal para instalarse en Europa: en Francia, en Italia y, a partir de 1967, en Alemania, y más concretamente en Múnich. Waldron se encuentra por entonces en una fase de transformación. En 1963, tras una sobredosis de heroína, había perdido el uso de las manos, viéndose prácticamente obligado a aprender otra vez a tocar… Con el suizo Isla Eckinger al contrabajo y el norteamericano Clarence Becton a la batería entrega, pues, este primer álbum con el logotipo ECM. Se trata de un disco muy rítmico (Thelonious Monk se cuenta entre sus mayores influencias) y en el que no encontramos demasiadas improvisaciones sobre cambios de acordes. Aunque Free at Last no sea el mejor trabajo del artista ni el más esencial dentro del vasto catálogo de ECM, simboliza muy bien la filosofía de la discográfica germana, con su interés por los espacios sonoros más dilatados: si lo que se lleva por entonces es el free jazz, el trío cultiva un vanguardismo no poco ecléctico. En cuanto al célebre «sonido ECM», todavía no se hace demasiado patente…

Chic Corea – Return to Forever (1972)

El jazz-fusion es responsable de una miríada de discos aburridos, pero felizmente también de algunas obras maestras. Como este álbum grabado los días 2 y 3 de febrero de 1972 en Nueva York. Bajo el nombre de Return to Forever, el pianista Chick Corea, que acababa de dejar a Miles Davis, reúne al dios del bajo eléctrico, Stanley Clarke, y al subestimado flautista y saxofonista Joe Farrell, pero también a la pareja brasileña integrada por la vocalista Flora Purim y por su marido, el batería y percusionista Airto Moreira. Y ese suave «toque brasileño» viene a ser uno de los ingredientes más sugestivos de esa fusión que supone una alternativa a la que por la misma época ofrecen Miles o la Mahavishnu Orchestra de John McLaughlin, de tendencia más rock. Armado con sus teclados eléctricos, Corea permanece fiel a la trama melódica de sus composiciones, sin ceder al misticismo ambiental propio del momento ni dejarse tentar por esos diluvios de notas que desbaratan por entonces tantos proyectos electrificados. En Crystal Silence el solo de saxo de Farrell es para caerse de espaldas, y el de Corea, ligero como una pluma, tampoco le va a la zaga. Y, calificado como fenómeno de feria por sus detractores, Stanley Clarke demuestra también una impresionante sutileza: sus intervenciones en Sometime Ago - La Fiesta son en verdad formidables. Desde el instante de su edición Return to Forever fue considerado uno de los mejores discos de jazz-fusion, agotando la crítica todos los superlativos. Por lo demás, los aficionados adorarían esta formación a pesar de su line-up siempre variable (que grabará otros seis álbumes de estudio en los siguientes cinco años), sin duda por sus concepciones gradualmente más «rock», aún no excesivamente palpables en este primer episodio.

Crea una cuenta gratuita para seguir leyendo