Prado: Cartas Celestes, Vol. 3

Presentación del Álbum

José Antônio Rezende de Almeida Prado es uno de los compositores más prolífico de Brasil, su país natal; alumno de Camargo Guarnieri, empezó su carrera desarrollando una fibra nacionalista musical. Pero, tras estudiar con Nadia Boulanger y Olivier Messiaen en París, empezó a buscar nuevos medios de expresión personal. Alcanzó así un nivel de independencia estética que abarcaba el atonalismo, el post-serialismo y un uso de la tonalidad más amplio y siempre más libre. Una de sus realizaciones más considerables, que llamó «una increíble aventura», es su serie de dieciocho Cartas Celestes; para estas obras que describen el cielo y las constelaciones, adoptó un nuevo lenguaje armónico denominado «transtonalidad». Quince de las dieciocho Cartas Celestes fueron compuestas para piano solo. Cartas Celestes n° 9 (1999) nos propone una travesía entre ciertos cuerpos celestes visibles en el cielo brasileño durante las cuatro estaciones del año, una suerte de «Cuatro estaciones nocturnas brasileñas», si se quiere. Aunque Cartas Celestes n° 10 (2000), «Las constelaciones de los animales místicos», no fueron concebidas con esta idea, Almeida Prado piensa que esta obra evoca, en el plan poético, unos pasajes de la historia de Cristo. Cartas Celestes n° 12 (2000), subtitulada «El cielo de Nicholas Roerich», es un díptico cósmico inspirado en dos cuadros magistrales e hipnóticos realizados por el pintor y filósofo ruso de infinitos talentos. Cartas Celestes n° 14 (2001) describe los cuerpos celestes que pueden verse en el cielo de Brasil durante los meses de febrero y de marzo. La influencia primordial, y evidente, que Messiaen ejerció sobre Almeida Prado no implica la desaparición de los frecuentes acentos brasileños que emergen a lo largo de la partitura. Señalamos que tres de las cuatro Cartas Celestes constituyen aquí un estreno discográfico mundial. © SM/Qobuz