El mejor álbum de The Black Keys sigue siendo su primero, The Big Come Up, publicado en 2002, mucho antes de que se hicieran famosos. Por aquel entonces, Dan Auerbach y Patrick Carney eran dos jóvenes de Ohio enamorados del blues del norte del Mississippi, ese que revivieron a finales de los 90 los artistas del sello Fat Possum (RL Burnside, Junior Kimbrough...) y sus mayores (Fred McDowell, Jessie Mae Hemphill...). Antes de que se les permitiera conducir, los Black Keys ya habían hecho el viaje iniciático a la tierra del hill country blues, para conocer a sus héroes. Luego firmaron con Fat Possum y lanzaron Thickfreakness, después Brothers, y entraron en la historia.
The Black Keys - Going Down South [Official Music Video]
The Black KeysDelta Kream, su décimo álbum, es una vuelta a sus raíces, a los años del dúo y del blues freak, cuando todo era más sencillo y más bonito. Versionan canciones del pasado (Burnside y Kimbrough primero, John Lee Hooker, Fred McDowell y Ranie Burnette después), tocan en un tema con Kenny Brown (el guitarrista del difunto RL Burnside). Para el aficionado al blues, opción hill country, este disco es un peregrinaje sensorial, que pone la piel de gallina, arranca lágrimas, hace desear el sopor y el alcohol prohibido, hace mover el pie y subir la temperatura. En el fondo, esta música es mágica: un blues eléctrico hipnótico, una música de trance potente y sutil, una música casi sagrada. Los Black Keys siempre la han amado sinceramente y conocen todas las fórmulas.
The Black Keys - Crawling Kingsnake [Official Music Video]
The Black KeysEn Delta Kream, se olvidan de sus años de pop, del mundo moderno, de las producciones asépticas, y se sumergen en un magma de guitarras psicodélicas y rurales, de blues más allá de la embriaguez, de clásicos underground sucios y sublimes. Nunca nos cansaremos de adorar la música de Junior Kimbrough, RL Burnside, Fred Mc Dowell. Obviamente, tampoco lo harán los Black Keys. En el momento de escribir estas líneas y tras unas cuantas escuchas de Delta Kream, el veredicto es inapelable: el mejor disco de Black Keys realmente es éste. © Stéphane Deschamps/Qobuz
