En la Philharmonie de París, la exposición “Basquiat Soundtracks” revisa la relación del pintor con la música, un aspecto esencial de su obra. Un viaje fascinante a la banda sonora del underground neoyorquino de los años 80, entre la no wave y el naciente hip-hop.

Un artista no tiene que trabajar durante siglos para dejar su huella. Los Beatles, con una carrera de menos de diez años, saben algo de esto. También Jean-Michel Basquiat. El pintor nacido en Brooklyn, de padre haitiano y madre puertorriqueña, murió el 12 de agosto de 1988 a la edad de 27 años, tras una carrera de solo ocho años, pero sigue influyendo e inspirando a un impresionante número de artistas de todos los géneros. El patio de recreo de Basquiat fue Nueva York, una ciudad que en la década de 1980 aún no arrastraba el estigma del aburguesamiento. Con colores, lápices, bolígrafos y fotografías, Basquiat narraba la vida, la calle, la ciudad, el racismo y mil cosas más. De fondo, la creación total de tres corrientes musicales que surgían en la Gran Manzana: la new wave, la no wave y el hip-hop. La expresividad de SAMO (su seudónimo de grafitero) se desarrolló con este paisaje sonoro, dando como resultado una obra inspirada en el arte callejero y la tradición occidental, que cuestiona las convenciones estéticas y revela una sensibilidad crítica y poética.

Exposition Basquiat Soundtracks - du 6 avril au 30 juillet 2023

Philharmonie de Paris

Hasta el 30 de julio de 2023, la exposición Basquiat Soundtracks, presentada en la Philharmonie de París tras su paso por el Museo de Bellas Artes de Montreal, demuestra que si Basquiat se ve, también se oye. Y no solo por su participación en Gray, un efímero grupo creado por Michael Holman en 1979 en el que tocaba el clarinete y el sintetizador, o por su colección de 3.000 discos que van de la música clásica al rock, pasando por el jazz, el soul, el reggae, el hip-hop, la ópera y el blues...



Por primera vez, gracias a esta exposición fascinante e impecablemente montada, la obra de Jean-Michel Basquiat puede oírse además de verse. Es lógico que sus cuadros encuentren a menudo sus principios estructuradores en la música de su época. La ambición de Basquiat Soundtracks es también experimentar con una nueva forma de exponer a un pintor carismático y traducir el imaginario sonoro de sus cuadros. Partiendo de numerosos archivos con una evocación de la escena musical que Basquiat frecuentó en Nueva York en las décadas de 1970 y 1980, la exposición se centra en sus experiencias como músico y productor discográfico y en las numerosas referencias que pueblan su obra, revelando hasta qué punto esta música nutrió sus representaciones e influyó en sus procesos compositivos. El modo en que Basquiat la inscribió en su obra refleja su profundo interés por el legado de la diáspora africana y su aguda conciencia de la política racial en Estados Unidos. Como el ritmo de una época, el blues de un pueblo, el gesto del sampling y las sinfonías épicas de una modernidad turbulenta, la música celebra la creatividad artística negra al tiempo que subraya los numerosos cambios de la historia.

Todas las figuras icónicas de esta Nueva York ahora hundida están presentes en la Filarmónica: el pintor Keith Haring, la diseñadora de moda francesa Maripol, la videoartista Merrill Aldighieri, la cantante Debbie Harry y su banda Blondie, el artista y rapero Rammellzee, la figura de la no wave James Chance, los Lounge Lizards de los dandis John y Evan Lurie, la jovencísima Madonna y muchos más. No faltan locales de la escena downtown neoyorquina: Mudd Club, CBGB, Club 57, TR3, Squat Theatre y A’s. Cuadros (Plastic Sax, inspirado en Charlie Parker, Anybody Speaking Words, King Zulu, Mississippi, Slave Auction), portadas de discos, fragmentos de documentales, películas (la esencial Downtown 81 de Glenn O’Brien y Edo Bertoglio) y programas de televisión (la TV Party de culto de Glenn O’Brien emitida de 1978 a 1982) materializan este huracán de creación visceralmente urbana. Uno sale de esta estimulante exposición de Vincent Bessières, Dieter Buchhart y Mary-Dailey Desmarais con la sensación de haberse transportado físicamente a esta Nueva York perdida, a su energía creativa y a su ecléctico elenco de freaks fascinantes y estimulantes.

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