Alejándose cada vez más de su ADN post-punk, la banda de Joe Talbot entrega su disco más delicado hasta la fecha.

A partir de IDEA 01, con sus cascadas de notas de piano sobre una patada cada vez más apagada, está claro que IDLES prosigue en su camino lejos de lo trillado. El quinteto de Bristol había aterrizado en la arena del post-punk británico con sus primeros álbumes Brutalism (2017) y Joy as an Act of Resistance (2018), dos retratos redondos pero muy logrados de una Inglaterra más bien aborrecible que los situaron rápidamente en primera línea. Luego el punk más radical de Ultra Mono, un tercer disco que la crítica calificó de ‘caricaturesco’, pero que los británicos consideran deliberado, marcó el inicio de su salida de la escena. Talbot declaró a NME: ‘La idea de Ultra Mono era alcanzar el cenit de la banda, para poder quemarlo y pasar a otra cosa’.

El último álbum, Crawler, mucho más complejo y variado que sus predecesores, así lo demuestra. Ya en el frente de la producción, junto al guitarrista Mark Bowen, encontramos al ‘nuevo Rick Rubin’ Kenny Beats, tan cercano a la escena hip-hop (Denzel Curry, Rico Nasty, Vince Staples, Freddie Gibbs) como a la del pop alternativo (Dominic Fike, Teezo Touchdown o Deb Never), un virtuoso del Ableton Live, fan del 808 y de la batería. También descubrimos las guitarras curradas de When the Light Comes Out, a Talbot como crooner en la soulful The Beachland Ballroom y el collage electrónico Progress. Las letras introspectivas incluso sustituyeron a las diatribas habituales, y el interludio de 30 segundos Wizz sirvió para grabar lo que quedaba de la batería: el trabajo estaba hecho.

Con Tangk, llega la hora del amor con mayúsculas. Talbot está enamorado y los planetas se han alineado. Para vestir su nuevo santo -’No God, no King, I said Love is the thing’ escribe en Grace- no hay uno, sino dos productores invitados tras la consola. Y no es para menos, ya que junto al estadounidense Kenny Beats, el segundo es Nigel Godrich. La aportación del histórico productor de Radiohead se escucha por doquier, y especialmente en la ensoñadora A Gospel, una nana a medio tiempo que parece sacada de un cuento de hadas, con sus teclados resplandecientes, en la que Talbot canta... muy bajito.

Porque al margen de las apisonadoras Hall & Oates y Gift Horses, con su sección rítmica a todo trapo, el inglés modula su voz. Canta como los hermanos Sleaford Mods, con James Murphy y Nancy Whang de LCD Soundsystem (Dancer), susurra por encima de las cuerdas sintéticas de Monolith o se desmelena con fuerza en POP POP POP, que evoca las texturas híbridas de King Krule. IDLES sevuelve más sensible.

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