Para celebrar su 70 aniversario, la célebre discográfica de jazz californiano Contemporary Records publica una antología en tres volúmenes que documenta un momento crucial de la carrera del saxofonista.

Publicada en el marco de la serie de reediciones iniciada hace dos años para celebrar el 70 aniversario de la fundación de la célebre discográfica de jazz californiano Contemporary, esta extraordinaria antología reúne los dos únicos álbumes de estudio de Sonny Rollins para esta casa (Way Out West y Sonny and the Contemporary Leaders) y una colección de tomas alternativas de estas dos sesiones. Una recopilación que documenta un momento emocionante y decisivo en la carrera del saxofonista.

El álbum Way Out West, grabado en Los Ángeles el 7 de marzo de 1957 con una sección rítmica extraordinariamente inspiradora formada por dos incondicionales del jazz de la Costa Oeste, el bajista Ray Brown y el batería Shelly Manne, puede considerarse históricamente como el primer paso de un largo e íntimo viaje, tan conceptual y estético como espiritual, que llevaría a Rollins a cuestionarse y reinventarse a principios de los años sesenta.

Considerado por sus coetáneos como el líder indiscutible de la nueva escuela de saxofonistas desde la publicación de su disco Saxophone Colossus, auténtico manifiesto del hard bop, Sonny Rollins sacude aquí sus propios códigos al abandonar el soporte armónico del piano para lanzarse sin red al ensayo iniciático del trío, una fórmula que no podía ser más insólita y ‘vanguardista’ para la época.

El resultado es una verdadera obra maestra de frescura, control e invención en la que el saxofonista lleva espontáneamente la fórmula del trío a una forma de equilibrio que nunca será verdaderamente superada. Esta formación se amplió y agitó con la misma brillantez unos meses más tarde en un concierto en el Village Vanguard con Wilbur Ware al contrabajo y Elvin Jones a la batería, inmortalizado en otro álbum legendario, A Night at the Village Vanguard (Blue Note).

Atormentado por el advenimiento de un nuevo monstruo del saxofón tenor, John Coltrane, y al mismo tiempo fascinado y perturbado por la irrupción libertaria del free jazz, cuyo poder liberador intuía pero que aún luchaba por integrar en su música, Sonny Rollins atravesó una grave crisis que le condujo poco a poco a las puertas del silencio. Antes de su retirada, que duró hasta 1961, en octubre de 1958 se metió en el estudio para una última sesión en compañía de algunos de los músicos clave de Contemporary (el pianista Hampton Hawes, el guitarrista Barney Kessel, el contrabajista Leroy Vinnegar y Shelly Manne, todavía a la batería) y grabó un swing explosivo, alegre, irresistible, aparentemente alejado de las cuestiones de identidad que le atormentaban.

Este disco, un tanto olvidado e infravalorado en comparación con las grandes obras maestras que marcarían su “vuelta a la actividad” (The Bridge, Our Man in Jazz), debe sin duda reconsiderarse hoy en la trayectoria de Sonny Rollins como la celebración anacrónica de cierta inocencia perdida.