Entre 1967 y 1974 el soul del Godfather se metamorfosea en funk. Rodeado por los músicos más groovy del momento, James Brown orquesta la banda sonora más adecuada para acompañar los cambios que está experimentando la sociedad norteamericana. ¡Y todo el mundo se vuelve loco y quiere subirse a su Sex Machine!

 Al final de los años 60 surgen nubarrones en el horizonte que alejan a pasos agigantados el clima de optimismo tan bien representado musicalmente por el soul. El sello Motown había sabido crear, manufacturar y popularizar la música de esa Norteamérica esperanzada que parecía volcada en tatarear a todas horas love songs. Pero la comunidad afroamericana está un poco harta de esa visión idílica tan falsa y reclama nuevos sonidos. Unos sonidos más agresivos. Más rítmicos. Y más acordes con las nuevas realidades sociales. Una música negra para el público negro. James Brown será el encargado de liderar la revolución funk que tantos esperaban. No obstante, los más extremistas opinan que James es demasiado conciliador con los blancos. Que pasa por completo del público negro. No es así, James is black and he’s proud, pero la verborrea de los Black Panthers no le seduce demasiado. Sus tomas de posición y sus conciertos le sirven para transmitir un único mensaje. El suyo. Y es verdad que constantemente estrecha manos blancas y que hasta come en sus mesas (el 8 de mayo de 1968 el presidente Johnson le invita a la Casa Blanca), pero él no será nunca el nuevo Tío Tom, un «lacayo de los blancos». El aura y poder de nuestro hombre residen también en eso, en su independencia, que le convierte en una figura ganadora en ambos ambientes: pero él no se considera ni Panther ni Tom. Esa neutralidad solo es posible gracias al éxito y la fortuna que ha amasado, que le permite comprar compañías discográficas, cadenas de restaurantes (James Brown’s Gold Platter) o emisoras de radio (dos en 1968: WGYW-AM en Knoxville, Tennessee, y WRDW en Augusta, Georgia). James Brown es todo un hombre de negocios y no oculta su amor por el lado más deslumbrante del capitalismo. Al contrario. Quiere convertirse en el orgullo de la raza negra, en un modelo, y apremia a los afroamericanos a prosperar. Es una voz, una empresa, un ejemplo. Su magnetismo es tal que, la misma noche del asesinato de Martin Luther King, el 4 de abril de 1968, la WGBH retransmite en directo su concierto en el Boston Garden con el fin de calmar los ánimos, caldeados por la conmoción. Unos meses más tarde Thomas Barry planteará en Look Magazine una célebre pregunta: «¿Es James Brown el hombre negro más importante de América?»

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