Black Noise 2084

Presentación del Álbum

DJ Khalab supone una verdadera anomalía en la Italia de hoy. En un momento en que los nuevos gobernantes del país cierran las puertas a los refugiados venidos de la otra orilla del Mediterráneo, y en que muchos otros colegas productores solo pretenden aportar sentimientos al techno berlinés, Raffaele Costantino se complace haciendo lo que denomina “african electronic music”.“En Italia no se escucha demasiada música africana. Solo estamos yo y ese gran tipo que es Clap! Clap!. Es el único con el que puedo hablar de cultura africana.” Tras colaborar en 2014 en el primer álbum del florentino, Tayi Bebba, produce al año siguiente un disco junto a Baba Sissoko (residente en Calabria, en el sur de Italia), titulado Kumu/Tata, donde el griot maliense canta en dialecto bambara.
 Y tras el maxi Zaïre, editado en marzo, Khalab publica ahora Black Noise 2084, su primer trabajo en solitario, en el que participan tanto percusiones y voces africanas como músicos de jazz, mezclando esos ingredientes con su recia bass music y reescribiendo el presente y, con ello, el futuro. Y es que desde la primera pieza, Father and Grandpa, Khalab confecciona una polirrítmica que nos conduce de inmediato al trance mediante unas percusiones oesteafricanas superpuestas a unos bombos inequívocamente techno. El corte solo tiene un problema: que únicamente dura tres minutos. Tras la intervención de la artista de spoken word Tenesha The Wordsmith, acompañada por un escurridizo bajo en Black Noise, el ambiente se torna más jazz-fusion-psicodélico en Dense, con el saxofonista británico Shabaka Hutchings, colaborador del grupo Comet is Coming. Por su parte, la floreciente escena jazzística londinense tiene representación con las aportaciones del batería Moses Boyd en Dawn y de la multiinstrumentista Tamar Osborn en la irresistible y polirrítimica Bafia. Sin olvidar al devoto Clap! Clap!, que comparece en Cannavaro con su agresiva labia, entre beats más tribales. Y en solitario, Khalab nos muestra su faceta más sombría (Chitita) y su especial talento para el fraseo más hipnótico y oscuro, así como su particular capacidad para llevarnos al éxtasis (Yaka Muziek). Sin duda, el disco más idóneo para el verano de 2084. © Smaël Bouaici/Qobuz