A la cabeza de su grupo Ronin, el pianista suizo se confirma como un maestro de la hipnosis…

Resulta de nuevo inútil buscar la columna vertebral, por no decir el corazón, de Awase en el piano de Nik Bärtsch. Pues cuando el zuriqués se pone en marcha al frente a su grupo Ronin pone tanto su música como improvisaciones bajo la férula motora de la batería hipermusculada de Kaspar Rast. Como es tradicional en esta banda que se autocalifica como de zen funk, su fuerza hipnótica procede de la repetición de unos motivos rítmicos que estructuran en líneas generales este jazz ciertamente atípico.

El término Awase, extraído de las artes marciales, significa «moverse juntos» con el fin de fusionar las energías individuales. Metáfora que funciona muy bien para entender la precisión dinámica, la amalgama de grooves y el minimalismo coreográfico del grupo de Bärtsch. Han pasado seis años desde la aparición del anterior álbum de Ronin, un live grabado en Europa y Japón entre 2009 y 2011; en el ínterin el quinteto se ha transformado en cuarteto y ha fichado a un nuevo bajista, Thomy Jordi. En definitiva, que estos Ronin de 2018 no son exactamente los mismos que conocíamos…

Una mutación que se traduce en nuevas fórmulas sonoras, más libres y flexibles, a la hora de concebir las composiciones. No es extraño, así, que el acierto y potencia interpretativa parezcan haberse duplicado. Hasta el punto de que no resulta fácil resistirse a la llamada al trance que realizan estos motivos, estas secciones que se suceden con singular fluidez a lo largo de los 65 minutos que dura Awase. © Max Dembo/Qobuz

Nik Bärtsch's Ronin – Awase | ECM Records

ECM Records

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