Gardiner, ¡siempre apasionado!

Nunca hay dos sin tres. Con este lanzamiento en el sello Deutsche Grammophon, Sir John Eliot Gardiner ofrece su tercera grabación de la Pasión según San Juan de Johann Sebastian Bach, treinta y cinco años después de su primer intento para Archiv Produktion (1985) y diez años después de su fabulosa versión en su sello Soli Deo Gloria (2011). Aquí afirma definitivamente su elección. Incluso más que en la Pasión de San Mateo, el dramatismo queda totalmente del lado del coro.  

  Y una vez más, qué coro: el Monteverdi Choir revela una presencia dramática tan impactante como sobrecogedora. Con una majestuosidad impresionante, los corales cobran vida en un gesto guiado por una perfecta legibilidad de las texturas polifónicas; la belleza de las líneas, la sutileza de los matices, la diversidad de las inflexiones del verbo alemán, que obliga a admirar, por ejemplo, Wer hat dich so geschlagen (nº 11) y captarla en toda su verdad expresiva. Más tarde, en el corazón del juicio (Und die Kriegsknechte flochten eine Krone von Dornen, Die Jüden aber schrieen und sprachen), el coro pule sus hierros y afila sus lanzas con una potencia impresionante. Todo el drama sagrado aparece aquí grandioso, majestuoso, inmenso, hasta a veces incluso con un toque de alegría (Mein teurer Heiland, lass dich fragen).  

  Y luego vienen los dos últimos números, aún más mágicos. Ruht wohl, ihr heiligen Gebeine, reflexivo y lento, sin excesiva presión, con texturas transparentes, deslumbra sobre todo por la flexibilidad de sus curvas. ¡Qué reconfortante poesía! Para nuestro gran deleite, Gardiner lo extiende aquí a lo largo de casi ocho minutos. Y en el coral final Ach Herr, laß dein lieb Engelein? el director inglés reproduce el gesto imperioso de su coro introductorio; y se convertirá en el gran grito de la Cristiandad, poder vivir del amor tierno y redentor que prodiga Cristo.  

  Así pues, entre tales bellezas, las de la música de Bach, que aquí parece aún más inagotable, y las aportadas por el Monteverdi Choir, que no tendrá muchas dificultades para confirmar su estatus de leyenda con esta edición, también hay algunas decepciones –voces solistas poco expresivas, empezando por el Evangelista, y timbres a menudo anodinos, salvo el de la soprano, bastante brillante– que nos parecerán finalmente insignificantes. Todo aquí es a la gloria del Coro.

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