Cage The Elephant se montan su película

¿Será este álbum el banco de pruebas para el futuro score de alguna película? ¿O se trata más bien, según la expresión habitual, de una «banda sonora imaginaria»? Y es que el quinto disco de Cage The Elephant muestra unos ingredientes muy cinematográficos. La concepción de Social Cues ha coincidido con una época difícil para su líder, Matt Shultz, inmerso en el final de una larga relación sentimental. Así que las canciones están recorridas por un impulso catártico y, también, por la influencia musical de los films de terror de John Carpenter, que funciona muy bien a la hora de ilustrar el acabamiento de un amor.

Grabado entre Nashville y Los Ángeles, el álbum del sexteto norteamericano dibuja los más lúgubres paisajes interiores, como demuestra esa pequeña joya que es Goodbye, donde una formación clásica (en la que destacan los timbres del piano y las cuerdas) se mezcla con los instrumentos característicos del pop rock.

La otra sorpresa del álbum es ese dúo con Beck, Night Running, cuyos aromas dub encajan a la perfección con las guitarras rock. Por otro lado, además de Carpenter, Fassbinder ha supuesto la otra gran influencia de Shultz en el momento de escribir Social Cues, por lo que la fuerza emocional de los films de ambos directores anima unas canciones no exentas de crudeza (Ready to Let Go, House of Glass, Tokyo Smoke y, sobre todo, Broken Boy, de etéreos ritmos…), mientras que Skin and Bones y Love’s the Only Way aportan un rayo de luz y esperanza a este relato de horror instalado en la depresión.

Por otra parte, y para citar otra influencia, se descubre un homenaje al Ashes to Ashes de David Bowie en el estribillo del tema que titula el trabajo. Teniendo en cuenta que hablamos de un hombre abrasado por el amor, se trata de un guiño ciertamente adecuado… © Nicolas Magenham/Qobuz

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