Lost Paradises

Presentación del Álbum

Es una revelación. Pero no una de esas revelaciones espectaculares que dejan al oyente atónito, como después de un combate de boxeo. No, Jodyline Gallavardin no se precipita nunca; prefiere confiar en su fraseo aéreo, su sentido de la resonancia y su hábil comprensión de las partituras de Cowell, Sibelius, Granados y todos los demás compositores de este programa. Al fin y al cabo, su primer álbum, Lost Paradise, “pretende ser un refugio contra el ajetreo de nuestro tiempo, contra el ruido abrumador”. Su recital nos invita a la reflexión y al recogimiento. La revelación que mencionábamos es suave, hechizante, casi hipnótica. La pianista, graduada en 2015 en el Conservatorio de Lyon, ha tejido muy rápidamente su red en el bosque pianístico y está emergiendo, encantando y hechizando a todos, en los escenarios europeos.

Si hay una cierta audacia al abrir este disco con los impulsos milenarios casi arcaicos de las Three Irish Legends de Cowell, hacía falta una sólida coherencia de estilo para adentrarse después en los paseos silvestres de Sibelius (Five Trees, op.75) con tanta naturalidad. Jodyline Gallavardin, una marca de inmenso talento, consigue reunir los mundos de siete compositores muy diferentes entre sí, manteniendo una fuerte directriz, la del tiempo suspendido y la meditación onírica. Bajo sus dedos, las piezas de Sibelius evocan un magnífico universo pastoral de árboles, arroyos, rocas y musgo, mientras que Hermit Trush de Amy Beach se convierte en sus manos en un paseo libre y soñador. En cuanto a Schubert, nunca ha sido tan romántico y lánguido. Las páginas de Granados, Séverac y Ravel que siguen reciben el mismo tratamiento selecto. Gallavardin combina la construcción inteligente del programa con una entrega total a la emoción contenida en cada una de las obras que interpreta aquí con la máxima sensibilidad, para ofrecernos un álbum que ha merecido si duda su premio Qobuzissime. © Pierre Lamy/Qobuz