Sin ella, no existirían Macy Gray, Erykah Badu, Amy Winehouse o Janelle Monáe. Se ha ido al cielo, pero Betty Davis sigue siendo la pionera de las soul sisters de alma felina. La diosa del funk por excelencia. También fue la que le dio electricidad a un tal Miles Davis, cuya esposa iba a ser por poco tiempo. ¿Pero quién eras tú, Betty?

«Tuvo una influencia enorme en mi vida y en mi música… Si hoy siguiera en activo sería una especie de Madonna o Prince. Betty Davis fue una auténtica pionera.» En su autobiografía publicada en 1989 Miles Davis dedicaba unas pocas palabras al carisma y potencial de Betty Davis. El trompetista estaba capacitado para opinar puesto que, entre 1968 y 1969, estuvo casado con la considerada primera de las grandes panteras del funk. Un idilio con fecha de caducidad pero que marcaría para siempre al célebre jazzmen… Betty Davis descubrió a Miles las sonoridades y códigos de su generación. ¡Fue ella quien le hizo escuchar el funk colorista de Sly & The Family Stone y el rock psicodélico de Jimi Hendrix! Y también quien transformaría su vestuario, llevándole a cambiar sus trajes de corte clásico por las patas de elefante y las camisas floreadas. De este modo señalaría un nuevo universo al trompetista cuarentón, que siempre gustaba de estar al tanto de los gustos juveniles, universo que exploraría en álbumes como Filles de Kilimanjaro (1969), In a Silent Way (1969) y, especialmente, Bitches Brew (1970). ¿Pero quién fue esa musa misteriosa que nos mira desde la portada de ese Filles de Kilimanjaro que concluye, precisamente, con un tema titulado Mademoiselle Mabry (Miss Mabry)?

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