Tango: Zero Hour

Presentación del Álbum

Tango: Zero Hour era el disco del que se sentía más orgulloso su autor, el gran renovador del tango Astor Piazzolla. En él puso lo mejor de sí mismo, como si lo hubiera concebido a manera de legado musical que pudiera entregar a sus nietos diciéndoles: «¡Escuchad lo que logré hacer! Fijaos en su complejidad y belleza». En 1986, cansado de grabar deprisa y corriendo piezas para productores que no dejaban de explotarle, el bandeonista y compositor argentino aprovecha su amistad, algo fría pero basada en la confianza, con el neoyorquino Kip Hanrahan, músico de latin jazz, para llevar a cabo el álbum de sus sueños. En Tango: Zero Hour, Piazzolla se inspira en los primeros sesenta minutos tras la media noche, que a su juicio simbolizan el final y el comienzo absolutos, para crear una de las obras más conocidas y admirables de su carrera. Esta vez las partituras han sido pulidas al máximo, memorizadas entre exclamaciones de admiración por los devotos miembros del Quinteto Tango Nuevo. El violinista Fernando Suarez Paz, el pianista Pablo Ziegler, el guitarrista Horacio Malvicino y el contrabajista Héctor Console venían tocando con Piazzolla desde hacía siete años, siguiéndole en su camino de renovación del tango. Cada frase y sonido se interpreta y sitúa en el lugar y en la forma precisa, tal y como el maestro lo ha imaginado. Esta perfección, más propia de un mecanismo de relojería, no resta ni un ápice de emoción y sensualidad al conjunto. Se trata de una de esas obras maestras para las que faltan calificativos, bastando una sola escucha para comprobar que Tango: Zero Hour pertenece a tal categoría. © BM/Qobuz