Dionysus

Presentación del Álbum

Los muertos pueden bailar. Y los vivos también. Tras casi seis años de ausencia y varios viajes de ida y vuelta entre el reino de los vivos y el de los muertos, Lisa Gerrard y Brendan Perry invocan a Dioniso para conducirnos al trance. El dúo de Melbourne, que comenzara su andadura en 4AD durente la época dark wave, dominada por Bauhaus o los Cocteau Twins, se separó en 1998 para volver discográficamente en 2012 con un álbum adecuadamente titulado Anastasis (resurrección en griego). No pocos años de mutismo, por tanto. Quizá por ello la fórmula de DCD ha cambiado ligeramente en Dyonisus: las invocaciones rituales son sustituidas por cuerdas y antiguas percusiones tradicionales, mientras las voces del tándem se reducen al máximo para otorgar más protagonismo a los coros. En cualquier caso, la singularidad de este decimopromer álbum reside mayormente en su concepción.
Díptico de acentos quasi-dramáticos en dos actos y siete movimientos, y primer concept album del dúo, Dyonisus se centra en los rituales europeos consagrados al dios griego de la ebriedad recurriendo a diferentes experimentos instrumentales, de aires místicos, que superan cada uno los quince minutos. Según Perry: “Quería proporcionar a Dionysus una forma conveniente, la de un oratorio, un formato clásico, porque deseaba asegurarme de que la gente lo aprecie escuchándolo de principio a fin.” El proyecto se abre con un ritual a orillas del mar para concluir con una bacanal de dieciséis minutos, y encadenar a continuación con los 19 de The Mountain, donde se mezclan flautas orientales y europeas de timbres pastoriles, procedentes a veces de grabaciones de campo, terminando el viaje con Psychobomp. Tanto el Acto I como el Acto II están recorridos por sortilegios sonoros de gran inspiración, por melodías talladas a base de silbatos que imitan el canto de los pájaros y por un arsenal de instrumentos folclóricos, como si estuviéramos ante un fresco naturalista sobre el mito de Baco. El resultado es poderosamente atmosférico. © Charlotte Saintoin/Qobuz